Mucho se ha hablado de este tema en los últimos años y no voy a ser yo la erudita que ponga la guinda al pastel del sexismo de las palabras que usamos. Las personas que opinan que ocuparse de estas cuestión es baladí no tienen porque preocuparse. Pueden seguir en las cavernas lingüistícas. El resto de la humanidad anda a vueltas con el temita....
Nombrar a las mujeres también es una cuestión de igualdad.
No quiero que mis palabras sean excluyentes. No quiero que dejen fuera a las mujeres cuando hablan de ellas. Antes de que nadie me hablara acerca de ello fui consciente del uso clasista y sexista del lenguaje que manejamos cotidianamente. Sabía que las mujeres eran innombradas por una razón muy simple: soy una mujer y me siento excluída de muchos textos y discursos desde mi más tierna infancia. Si ahora se tiene en cuenta es porque algunas mujeres han impuesto sus discursos y han alcanzado ciertas cotas de poder para difundirlos y tener influencia. Somos las mujeres dañadas por el discurso machista las que podemos decir al resto de la sociedad qué es lo que queremos y no a la inversa. Y lo decimos allá donde vamos. Y aun más, también lo escribimos. Nosotras somos las protagonistas del cambio. Las autoridades si son hombres están desligitimadas para tomar decisiones en este caso. Las opiniones tampoco se han de tener muy en cuenta cuando intentan ridiculizar el uso de los femeninos y la creación de nuevos femeninos. Son opiniones parciales y desconocen absolutamente lo que significa la igualdad entre mujeres y hombres. La igualdad es un valor que tiene que estar -incluso- por encima de la corrección gramatical. Quienes defienden que la "economía del lenguaje" hay que aplicarla para ahorrarse los femeninos no necesitan mi crítica. Sus palabras les definen. Dicen que hay que ahorrar palabras, que por cierto son gratis, aunque se joda a la prójima. Peor lo llevan los que me preguntan ¿señora o señorita?. A esos les contesto directamente si están interesados en proponerme matrimonio y por eso lo preguntan.
Para quienes estén interesadas-os, añado una dirección con aportaciones interesantes sobre el tema.
http://www.usoigualitariodellenguaje.blogspot.com/
Nombrar a las mujeres también es una cuestión de igualdad.
No quiero que mis palabras sean excluyentes. No quiero que dejen fuera a las mujeres cuando hablan de ellas. Antes de que nadie me hablara acerca de ello fui consciente del uso clasista y sexista del lenguaje que manejamos cotidianamente. Sabía que las mujeres eran innombradas por una razón muy simple: soy una mujer y me siento excluída de muchos textos y discursos desde mi más tierna infancia. Si ahora se tiene en cuenta es porque algunas mujeres han impuesto sus discursos y han alcanzado ciertas cotas de poder para difundirlos y tener influencia. Somos las mujeres dañadas por el discurso machista las que podemos decir al resto de la sociedad qué es lo que queremos y no a la inversa. Y lo decimos allá donde vamos. Y aun más, también lo escribimos. Nosotras somos las protagonistas del cambio. Las autoridades si son hombres están desligitimadas para tomar decisiones en este caso. Las opiniones tampoco se han de tener muy en cuenta cuando intentan ridiculizar el uso de los femeninos y la creación de nuevos femeninos. Son opiniones parciales y desconocen absolutamente lo que significa la igualdad entre mujeres y hombres. La igualdad es un valor que tiene que estar -incluso- por encima de la corrección gramatical. Quienes defienden que la "economía del lenguaje" hay que aplicarla para ahorrarse los femeninos no necesitan mi crítica. Sus palabras les definen. Dicen que hay que ahorrar palabras, que por cierto son gratis, aunque se joda a la prójima. Peor lo llevan los que me preguntan ¿señora o señorita?. A esos les contesto directamente si están interesados en proponerme matrimonio y por eso lo preguntan.
Para quienes estén interesadas-os, añado una dirección con aportaciones interesantes sobre el tema.
http://www.usoigualitariodellenguaje.blogspot.com/
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